Memorias de mi proceso de sanación
Nunca me cansaré de decir que tomar la decisión de sanar mis heridas ha sido sin duda la mejor decisión que he tomado en mi vida.
Cada cierto tiempo me dedico a leer las libretas que escribí durante mi proceso, para no olvidar como ha cambiado mi vida este maravilloso camino.
Leer estas libretas me ayudan a reforzar mis creencias sobre la posibilidad de cambiar. Porque por muy doloroso y triste que haya sido tu pasado, siempre, SIEMPRE se puede sanar.
Quiero compartir contigo uno de los ejercicios que hice durante mi proceso de sanación, hablando sobre mis sentimientos:
¿Como pudieron hacer esto conmigo?
Miedo, culpa, vergüenza, humillación, terror, asco, dolor y más dolor… No es esto lo que una niña debe sentir, no es esto lo que yo tenía que sentir.
Miedo: Estoy hecha de miedos, mi columna vertebral, la que sujeta mi cuerpo está compuesta de miedo.
Culpa: Es la médula que recorre mi columna. Culpa, siempre ha sido mi culpa, todo siempre es mi culpa.
Vergüenza: Son los órganos que ayudan a funcionar al miedo y la culpa. Vergüenza de estar sucia por dentro, vergüenza de mi familia compuesta por hombres que para mi siempre han sido monstruos. Vergüenza de haber sido abusada por mi hermano durante años, vergüenza de no decir y vergüenza a decir.

Humillación: Es la piel que envuelve mi cuerpo y que cubro con un disfraz de fortaleza. La humillación era lo que sentía después de los abusos, manoseo, de lo que me obligaban a mirar, de lo que tenía que escuchar por todos esos monstruos que estaban en mi vida.
Terror de las pesadillas que siempre he tenido y que hoy sé que fueron realidad. Siento terror de mi cuando dejo escapar la rabia y el dolor. Terror de convertirme en un monstruo. Terror a seguir recordando.
Asco: es lo que siento por ellos, los monstruos. Asco de sus manos que tocaron mi cuerpo, asco de mi cuerpo por permitir el contacto con ellos, asco de mi por ser débil, asco por tantos años de silencio, asco de mi por tener el alma sucia.
Dolor: La composición de mi alma. Dolor que he tenido que esconder por tantos años, dolor que hoy está presente y me está matando en vida. Dolor que siento en mis entrañas y que pienso que no podré superar nunca. Dolor de ver la cara de mi hijo al escuchar mi verdad. Dolor al recordar toda mi infancia viviendo entre monstruos, dolor que hoy se desborda por mis ojos como ríos en invierno.»
No te pierdas mi anterior entrada donde os comparto la carta que una hermosa mujer con la que trabajo, escribió a su niña interior.
Si deseas leer más sobre las secuelas en la infancia te recomiendo que leas este libro super interesane, «Los niños que dejaron de soñar«. Aquí puedes comprarlo.
Un saludo.
Vannia
Memorias de mi proceso de sanación
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