¿Qué pasa cuando el abuso sexual viene del padre?
Hay dolores que son tan difíciles de nombrar, que muchas mujeres pasan años, incluso décadas, sin poder decirlos en voz alta.
Uno de ellos, quizás el más complejo, es el abuso sexual por parte del padre.
No es solo el acto traumático lo que duele.
Es la ruptura de algo mucho más profundo: la seguridad afectiva, el vínculo primario, el amor que se suponía incondicional.
Porque no solo fue abuso.
Fue traición, fue confusión, fue abandono.
Fue aprender desde muy pequeñas que no se puede confiar ni siquiera en quien, en teoría, debía protegernos por encima de todo.
Cómo el abuso del padre afecta el apego y la seguridad emocional
Cuando el abuso viene de una figura paterna, no solo hay violencia sexual.
Hay una distorsión brutal del amor, del afecto, del contacto, del cuidado.
Ese padre —el que muchas veces también era amable, proveedor o incluso cariñoso— se convierte en el origen de una herida que rompe por dentro el concepto de seguridad.
¿Cómo se rompe el apego?
- ¿Cómo sentirme segura si quien debía protegerme fue quien me hizo daño?
- ¿Cómo confiar en alguien si la persona más cercana a mí fue la que me lastimó de esa forma?
- ¿Cómo entender el amor si aprendí que viene mezclado con miedo, culpa y silencio?
Este tipo de abuso sexual deja una marca profunda en el sistema nervioso, en el cuerpo, en la percepción del mundo.
Muchas veces, las mujeres que han vivido esto desarrollan patrones de autoculpa, hipervigilancia, disociación o dificultad para confiar y establecer vínculos reales y seguros.
Consecuencias del abuso sexual en la infancia dentro del entorno familiar
La herida del abuso por parte del padre no se limita a lo que ocurrió en la infancia.
Sus efectos se expanden como ondas que tocan cada parte de la vida adulta.
Relacionarse con miedo: vínculos marcados por el trauma
El trauma no resuelto se manifiesta en las relaciones.
En vínculos donde el miedo al abandono, la necesidad de aprobación o el silencio se repiten como si fueran condiciones naturales del amor.
Familia que calla o protege al abusador: una doble traición
He acompañado a mujeres que han tenido que compartir mesa con su abusador.
Que escuchan cómo su familia lo describe como “buen padre”, “gran hombre”, “ejemplo”.
Mientras tanto, su mundo interno se deshace en silencio.
Porque el abuso sexual ya es devastador… pero cuando es ignorado o negado por quienes deberían haberte protegido, se convierte en una herida aún más solitaria y profunda.

Acompañamiento para mujeres que vivieron abuso dentro del vínculo paterno
Sanar este tipo de trauma no es rápido, ni fácil.
No se trata de “superar el pasado” ni de “perdonar”.
Sanar es volver a construir una forma distinta de vivir, donde tu historia no te limite, pero sí sea reconocida con toda su verdad.
Qué necesitas para comenzar a sanar:
🌿 Un espacio seguro donde no tengas que justificar tu dolor.
🌿 Acompañamiento empático, que entienda las capas invisibles de esta herida.
🌿 Ritmo y compasión, porque esta no es una carrera. Es un camino.
Esta herida tiene una complejidad inmensa, lo sé.
La he visto muchas veces en los procesos que acompaño.
Y si tú también la llevas, mereces un espacio seguro, digno, amoroso, para mirarla y empezar a reconstruir tu historia desde un lugar diferente.
No estás exagerando.
No estás rota, aunque así lo hayas sentido por años.
No estás sola, aunque te hayas convencido de que nadie podría entender lo que viviste.
¿Quieres dar el primer paso?
Si estás lista para comenzar este proceso de sanación, quiero invitarte a una sesión de valoración.
Es un espacio cálido, sin presión, donde podemos ver juntas si este acompañamiento es para ti.
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